05 enero, 2009

Anticipaciones.

Con la experiencia que da la vida, y eso que la mía es relativamente corta, he podido ir completando ciertos esquemas en mi mente acerca de las relaciones sociales, hoy vengo a referirme especialmente a las románticas, por nada en especial, por esto y aquello, por lo de más allá.

Algo que me sorprende a menudo es cómo la gente cae siempre en los mismos errores; seas inteligente, estúpido, alto, gordo, rubio, bajito, quinceañero, zurdo, anciano... irremediablemente caerás amigo mío: todos caemos en las mismas trampas.

Todos tenemos unos esquemas, pensamientos, creencias, unas ideas preconcebidas que se van formando a lo largo de nuestra vida (nuestro mundo cognitivo), que determinan nuestras futuras relaciones con el mundo y con los seres sociales que en él habitan. Pues bien, aquellos referidos a las relaciones afectivas son de lo más complejo, pensemos si no en cualquier situación de la vida diaria.
Tienes un problema y se lo cuentas a un amigo, ¿qué esperas de tu amigo? quizás esperes simple comprensión, o consejo, o un abrazo, o quizá no esperes nada. Ahora viene lo bueno, ¿cómo se supone que ha de saber tu amigo lo que se espera de él sin que tú lo verbalices?. Pues podríamos aplicar esto a infinidad (si no a la totalidad) de relaciones humanas. Esperas que tu novio se acuerde de todas y cada una de las cosas que tú consideras importantes, o que tu hermana hable contigo cuando tiene un problema, o esperas que tus amigos se preocupen por tus estudios y te echen una mano, que tu ligue del sábado te llame... o simplemente que el chino de la esquina te salude porque siempre vas a comprarle tangas de 1€, quién sabe.

Pero eso no ha de ser necesariamente igual en el mundo cognitivo del otro sujeto, y pese a que parece una perogrullada, algo básico que todo el mundo ve y además comprende, no es en absoluto así. No lo entendemos y no queremos entenderlo, preferimos pensar que todo el mundo está en nuestra contra, que el mundo es injusto, que somos unos desgraciados o que siempre tenemos problemas antes de afrentar la realidad de forma realista: cada uno tiene unas expectativas y si no verbalizamos las nuestras no podrán ser cumplidas con facilidad.
Quizás por suerte se vean cumplidas, pero desde luego hay un margen de error, de azar, que no reconforta, que puede evitarse y evitarnos disgustos, malos ratos, situaciones al fin y al cabo innecesarias.

Por eso amigos, os insto a los dos o tres que me leéis, a aquellos que por casualidad lleguéis a leerme un día, a hablar. Hablad, pedid por esa boquita piñonera, decidle a vuestros amigos lo que esperáis de ellos, decídselo a vuestra familia y sobre todo, puesto que estos dos grupos pertenecen básicamente a aquella gente que pase lo que pase estará ahí; decídselo a vuestras parejas que son aquellos que puede que se encuentren en una posición más volátil, más febril respecto a vuestras expectativas y deseos.

Seamos felices coño, que ya hay bastantes desgracias por el mundo, las vemos todos los días en Gaza, en toda África, en Vietnam, en Sudamérica, en nuestras ciudades todos los días a menor escala... Seamos felices ya que nos han hecho ese regalo, apreciemos las vidas tan fáciles que nos han tocado por azar y no las llenemos de problemas falsos cuando podemos vivir tranquilos y ocupar la cabeza para otros menesteres. Hablemos y compartamos, empleemos los mecanismos que también por azar -o no tanto, ese es otro tema- nos ha brindado la evolución. Vivamos mejor, amijos, ya que podemos.

Y perdonad que me ponga tan estudiante de psicología pero es que cuando veo que mis ideas tienen cierta base científica en esta disciplina me emociono toda.