30 noviembre, 2008

Sonrisas

Miraba con cierta apatía al infinito. Se ocultaba tras unas gafas negras que tapaban más de lo que debían en principio. La chaqueta tres o cuatro tallas más grande servía de barrera al viento de levante. En medio de un campo de naranjas observaba el minucioso trabajo de aquellos dos hombres. Uno de ellos había contribuído de forma literal a darle la vida. El otro lo hacía de forma más poética en el presente más inmediato. Recogían algún tipo de fruto silvestre en el suelo.
Sus facciones denotaban cierto cansancio, hacía días que no dormía en condiciones, pero no quería que se dieran cuenta. Él levantó la cabeza. La miró, notó algo que nadie más percibió. Ni los alacranes ni las piedras. Ella le correspondió con una sonrisa. La sonrisa más sincera del mundo. El mundo ya no valía nada si esas sonrisas no se correspondían. No existía el frío o el cansancio. Ni la soledad, no era posible nunca más.
Gracias, pensó ella. Pues al final creo que debe existir un Dios, dijo él a viva voz.

19 noviembre, 2008

Mal, mal, mal. Cuando actúas mal, no queda otra que la rectificación.
¡Benditas disculpas!, bendita gente, esa que nos hace caer en la cuenta de que hemos actuado mal, por muy doloroso que sea (esa gente por desgracia suele ser la más afectada y a la vez la más cercana).

Estoy machacada por la aplastante claridad de lo mal que he actuado, sí, pero a la vez no puedo dejar de sentirme renovada.
Se suele decir que es de sabios reconocer los errores, que hay que aprender de ellos... Los errores son una mierda, sinceramente hablando, pero están ahí, nadie puede escapar de esos venenosos dardos y lo más reconfortante es pensar que hemos aprendido algo. Que así sea, hermanos.

El orgullo es otra mierda. Es uno de mis grandes lastres. Es absurdo, no sólo no sirve de nada, sino que nos condiciona, nos hunde en nuestra ignorancia, en nuestra miseria más terrible.
Odio ser una persona orgullosa e incapaz de reconocer sus fallos, lo odio y lucho contra ello, y me cuesta, y me doy de bruces con la realidad de la humildad. Odio muchas cosas de mí misma, pero el orgullo es de las más terribles.
Hoy me ha ocurrido y me gustaría creer que no volveré a actuar así, por lo menos creo que las bases están sentadas... Ahora sólo cabe... esfuerzo, como siempre.

Espero volver en unos meses y ver que he cambiado en algo, por ello, en parte, escribo estas cosas.

16 noviembre, 2008

Aquí, seguro de hacer lo incorrecto.

Por casualidades de la vida hallóme aquí otra vez, después de bastante más tiempo del que esperaba.

Entre otros menesteres últimamente escucho música que me resulta extraña. Bunbury es un ejemplo (por él va el título, por su magnífica canción incluida en 'Hellville deluxe').
Héroes me encanta pero eso entra dentro de la normalidad. Pero Bunbury y sus canciones con el toque julioigleisiástico... aún me asombro en ocasiones saliendo de mi propio cuerpo y viéndome tararear cosas del tipo "quiero que seas feliiiiz aunque no seaaa coooonmigooo".
No doy abasto en realidad con la música nueva que llega a mis manos o y con la que se me ocurre poner a bajar.


En otro orden de cosas (me parece feo volver sin traer nada nuevo), me saqué el carné. Todito a la primera, tampoco me ha costado tanto... menos un episodio que quedará para mis Anécdotas estúpidas de persona torpe y despistada a más no poder... Sí, el día que me iba a examinar me presenté con DNI caducado... pero bueno no me corrieron convocatoria ni nada y a la semana siguiente con el maldito documento calentito aprobé.


Creo que en este recuento de cosas tontas de los últimos tiempos tiene una mención muy especial el motivo que me ha alejado de esto, en su gran parte. La facultad. La facultat de Psicología de València está tomada por las tiendas de campaña, los sacos de dormir y las pancartas a cual más ingeniosa en contra del proceso de Bolonia.
Cada poco salimos de manifestación y la verdad es que parece que la liamos bastante -el pasado jueves fuimos unos 4000 dejándonos la voz y las piernas-, aunque como siempre, las cosas llegan tarde.
No hay vuelta atrás, amigos, nos la han vuelto a endiñar a lo grande. Pero bueno, no me apetece extenderme, no estoy muy reivindicativa a estas horas con esta gripe y este agotamiento. Otro día quizás me extienda más.

Respecto a la carrera, no, no es lo que me esperaba. Es cierto que me metí un poco a lo loco y es cierto que la idea que se tiene por lo general de lo psicología -supongo que como en todas las disciplinas- no se parece en nada a la realidad. Me gusta, sí, pero el primer curso es bastante pesado, bastante teórico...
Mi clase no está mal, más preocupados -como buenos universitarios que somos- de salir todos los jueves, y de ir de quintos, que de ir a clase... Pero sin duda esa es una de las cosas que más ansiábamos, esa falsa libertad que creemos tener.


Y en fin, la vida continúa, el mundo sigue girando y yo... odio el frío.
En estas épocas suelo estar constipada, suelo tener alguna extremidad congelada sin motivos y suelo estar triste, soy algo débil para estas cosas qué le vamos a hacer. No me gustan el otoño ni el invierno, ni la lluvia, ni el frío, ni que anochezca pronto, no soy nada poética. Siempre he sido más práctica que poética.

Y es cierto que desde el verano vivo una época relativamente dulce. Las fiebres del enamoramiento nos suelen atontar, sí, nos dan algo de calor, pero si esas fiebres vienen acompañadas de duras dosis de realidad, todo vuelve a ser menos poético.
Siempre he pensado que yo no valía para esta clase de cosas, observaba a los hombres como un modo de diversión, de enriquecimiento, de autosatisfacción... Y cuando eso cambia te preocupas, te dices "¿me estaré haciendo vieja?", "¿resultará que después de todo soy medio normal?".
Pero no, vuelvo a la realidad y me digo, qué coño, tu historia -como no podía ser de otra forma- es compleja, está llena de rarezas... te gustan las cosas complicadas, con miga.

Al final igual sí que soy un poco poética, porque siempre pensé que el amor debía ir acompañado de estas viscisitudes, las cosas fáciles, amigos, no valen.



Espero volver en breve y contar menos mierda, hasta pronto.