El jueves pasado en clase, nos pasaron el TAT. Veamos, antecedentes: clase es "evaluación psicológica", y el TAT es una prueba "Test de Apercepción Temática", de tipo proyectiva: con ella se pretende que el sujeto proyecte aspectos inconscientes de su personalidad y de sus conflictos internos.
En esta prueba se presentan láminas como la que aquí aparece, y se le pide al sujeto que escriba al respecto; sobre lo que le evoque, incluyendo personajes, acciones concretas y un desenlace. Una historieta, vaya.
Después estas historias pueden evaluarse en base a dos principios: al psicodinámico (al estilo freudiano), o simplemente poniendo de manifiesto características de la personalidad del sujeto, o cómo plantea este su mundo, etc.
Os animo si queréis a escribir algo sobre esa lámina, o simplemente quienes pensáis que son, qué relación tienen...
No os voy a psicoanalizar ;D (típica broma sin gracia que te hace la gente por estudiar Psicología), pero creo que cada uno en virtud de lo que escribe se da cuenta de ciertas cosas, y me pareció un test interesante... Ahí lo dejo.
21 abril, 2009
08 abril, 2009
Moderneces de hoy
Se había puesto a llover a cántaros hacía unos minutos y yo iba con mi chubasquero azul tratando de evitar las malditas gotas. Llevaba mi mochila blanca y verde con rayajos y unas deportivas Nike con unos cuantos años a sus suelas. Había aprovechado mi vacía mañana universitaria en hacer un par de compras y decidí echar un vistazo -y resguardarme de la lluvia- en una tienda muy modern people. Creo que el nombre lo dice todo: Popland.
Pues bien me acerqué al escaparate mientras veía aquellos pósters de pelis de Fellini, bolsos de Woody Allen, objetos de El principito, de los Beatles... toda clase de aparatos poperros, cuando sucedió.
Levanté la mirada y durante un fugaz instante se cruzó con la de El Dependiente. El dependiente de una tienda así, of course, ha de ser un tipo de los más moderno. Así era él; chaleco de cuadros marrón y amarillo con camisa debajo, gafas grandes a lo Woody -que seguramente ni estaban graduadas-, pantalones pitillo y zapatillas, creo que eran Vans. Nuestras miradas se cruzaron y con una sola mirada me hizo una radiografía completa, sus ojos denotaban desprecio: ¡yo no era una moderna, qué me había creído mirando su tienda!.
Me resulta curiosa la actitud de esta simpática tribu urbana, podría decirse que muchos de sus gustos prototipo se parecen a los míos, pero desde luego ellos no me consideran de las suyas y habitualmente suelen dedicarme miradas de perplejidad/desprecio, ¿pero qué hago mezclando alguna de sus prendas estrella (pañuelos de leopardo, ¿quizás?) con mi ropa pordiosera y mi poco estilo poser?...
Pues bien, allí estaba yo bajo los pequeños y fulminantes ojos de El Dependiente. Aparté la mirada visiblemente molesta, e inclusó dudé sobre entrar a la tienda.
Cuando me hice con el valor suficiente entré y saludé brevemente.
- Hola.
- ...
Ausencia de respuesta, el tipo ni me miró. Estuve curioseando unos minutos. Me llamaron la atención unas figuritas de pintores famosos, un recortable de Judy Garland, posavasos de El Mago de Oz, unos teléfonos viejos... mil mariconadas. Cuando pensé que habría amainado la lluvia me encaminé hacia la salida siempre bajo la atenta -y oculta- mirada de aquel tipo. Me despedí con un, esta vez, sonoro "hasta luego" (debía asegurarme de que el tipo no es que no me oyera, sino que no respondía). Fue respondido sólo por la dependienta, otra moderna, pero ésta al menos con educación. En realidad estaba hasta buena.
Cuando llevaba un trecho de camino, por mi cabeza pasaba la cara de aquel estúpido prepotente con su pelito despeinado. Le habría pegado una gran patada kung fu en aquella maldita cara de pánfilo. Y su voz, qué irritante, era jodidamente sarasa (o se lo hacía, con estos modernos nunca se sabe) pero de los que dan repelús al hablar.
"¡A la mierda! -me dije-, le van a dar por culo a este gilipollas"...
Volví sobre mis pasos con toda la furia acumulada durante semanas, tenía claro que iba a reventar antes o después, lo que no me imaginaba es que la detonaría aquel dependiente. Aquel jodido dependiente. Andaba rápido, y cuando abrí la puerta con aquella virulencia se me quedó mirando perplejo, en su cara se leía un "Oh Díos Mío", al más puro estilo Janice de Friends. Cogí impulso mientras alargaba la mano hacia uno de aquellas malditas figuras gigantescas. Se la estampé en la cara al tiempo que le propinaba una patada por encima del mostrador. Le escupí. "Tus prepotencias para tu puta madre, ¿ok?".
Salí, hacía mejor día. Las tensiones habían desparecido. "Jódete", pensé, pero esta vez no pensaba en el dependiente.
06 abril, 2009
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