La chica que decidió pegarse a una lapa, no nació pegada a ella ni fue obligada por nadie a hacerlo. Fue una decisión que tomó cuando se le presentó la oportunidad. El hecho de si la oportunidad era buscada o encontrada no cambia la realidad de que la chica decidió cambiar su vida de modo radical y absurdo. Y tampoco cambia el hecho de que vivir con una lapa pegada a la cabeza resulta cuanto menos, incómodo.